Poemas de mayo
muerte en plancha de acero
El otro día un hombre me dijo que la literatura es ficción; que, si no es ficción, no es literatura (me recomendó un libro, de otro hombre, que “lo explica”). Si eso es remotamente cierto, este libro no es literatura. Y ojalá que no lo sea. Este poemario es real, demasiado real, desgarradoramente real. Le pone un espejo a nuestro dolor, se lo entierra: “Invita a morir de noche, rodeada de estrellas”. Empieza con violencia y sigue con muerte, pero culmina con maternidad, con amor, pero no la maternidad de los hombres, del patriarcado, la maternidad de las verdaderas madres, las madres dolorosas y dolientes pero que se levantan, que nos levantan, que abren paso a que hoy por hoy tengamos voces en medio de tanto que no tenemos.
Que fácil decir que nuestros dolores no tienen lugar en la literatura, que NO SON literatura. Yo deseo que este libro no lo sea, que no quepa ni en la métrica ni en el canon, que se haga lugar a la fuerza, que entre como cuña en los libreros, que sus bordes se encajen en los demás libros, que los incomode, como incomoda siempre, magníficamente, inquebrantablemente, su autora. Yo deseo que este libro no le hable a la literatura, deseo que les hable a las mujeres y que les hable con la verdad.