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ISBN 978-607-564-757-9

Las grandes obras de la literatura mesopotámica

Autor:Silva Castillo, Jorge
Colaboradores:
Segovia Camelo, Francisco (Editor Literario)
Silva Castillo, Jorge (Traductor)
Editorial:El Colegio de México
Materia:Colecciones de textos literarios de más de dos literaturas
Público objetivo:Enseñanza universitaria o superior
Publicado:2025-10-22
Número de edición:1
Número de páginas:239
Tamaño:18x26cm.
Precio:$450
Encuadernación:Tapa blanda o rústica
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

Un poco antes de jubilarse, Jorge Silva entregó un disco compacto a José María Espinasa, entonces coordinador de producción del Departamento de Publicaciones de El Colegio de México. Entre otras cosas, el disco contenía una traducción suya del Enuma-elish, el poema babilonio de la Creación, que yo conocía desde unos meses antes, pues Silva me había dado una copia impresa de ella para que se la comentara. Esta confianza para conmigo venía de lejos, de cuando, en 1983, yo lo había buscado para pedirle consejo sobre un ensayo que escribía sobre Gilgamesh y él, generosamente, me abrumó con su saber… y con una bibliografía poco menos que infinita. Desde entonces fuimos amigos. Cuando, años más tarde, finalmente se decidió a revisar sus viejos apuntes y poner en pie su invaluable traducción del poema de Gilgamesh —la única hecha directamente del acadio al español—, me pidió que me encargara de su edición. Gilgamesh o la angustia por la muerte apareció en 1994, publicado por El Colegio de México. Pero, como he dicho, el disco que Silva entregó a Espinasa no sólo contenía el Enuma-elish. Había más, muchísimo más, que yo sólo conocí después, cuando Espinasa accedió a darme una copia del disco. En conjunto, las traducciones contenidas en él representaban el primer borrador de una antología de obras provenientes de lenguas diferentes, pero que compartían un rasgo común: todas habían sido escritas en el Oriente Próximo, sobre tablillas de barro, en escritura cuneiforme, y todas databan del segundo milenio a.C., cuando esta clase de escritura era frecuente incluso más allá de la Mesopotamia y se empleaba lo mismo para el sumerio que para el acadio o el hitita, por mencionar sólo tres lenguas que no compartían un mismo tronco lingüístico. Aquel disco contenía, pues, un adelanto; era una muestra del volumen que planeaba Silva, donde se traducirían por primera vez al español, directamente de sus originales, algunos de los textos más importantes del segundo milenio a.C. Según me dijo entonces, Silva estaba esperando una última colaboración, antes de dedicarse a darle al libro una unidad estilística, académica y editorial, y presentarlo oficialmente al Centro de Estudios de Asia y África y al Departamento de Publicaciones de El Colegio de México. Pero esa colaboración nunca llegó. Jorge Silva se jubiló y se mudó a la Argentina, donde murió en 2016. La antología proyectada por Silva no alcanzó a tener un título, y ni siquiera un índice. Pero lo peor era que ninguna de sus partes ostentaba el nombre de su autor. Es cierto que una nota a pie de página nos permitiría asignar casi con seguridad cada trabajo a un nombre particular, pero, tras tantos años de dormir en el cajón, es más que probable que los colaboradores hayan publicado sus traducciones en otros sitios. En cualquier caso, lo que sí parece seguro es que Silva se ocupó de todas las traducciones del acadio mesopotámico, según el orden en que aquí aparecen: 1) Atra-hasis; 2) Enuma-elish; 3) Gilgamesh, y 4) Tres libros sapienciales (el Diálogo sobre la justicia divina, el Monólogo del justo paciente y el Diálogo del pesimismo). Es muy probable que también haya escrito la introducción general y la explicación sobre la escritura cuneiforme, que por eso acogemos en este volumen.
Con todo, es notable que Silva incluyera en su antología el poema de Gilgamesh, por más que éste no sólo estuviera ya publicado, sino que hubiera gozado del éxito suficiente para merecerle cuatro ediciones y muchas reimpresiones. Por respeto a ese plan, no lo dejamos fuera de este libro, sin que ello obste para que El Colegio de México siga publicándolo en un volumen independiente, pues la introducción, las notas y la bibliografía de esa edición son mucho más abundantes y prolijas que las que incluye este volumen. Puede decirse, pues, que Silva quería reunir en las páginas de su malograda antología todas las traducciones que había hecho de las principales obras de la literatura babilonia. Sería una lástima que quedaran inéditas, so pretexto de que la ausencia de su autor nos impide resolver algunas de las dudas que suscita su original. Porque, al cabo, ni son tantas, ni de importancia capital. Si el libro en cuanto obra editorial estaba apenas en borradores, no lo estaban en cambio las traducciones que contenía. Era, pues, cuestión de apechugar con la posibilidad de que se colara algún error aquí o allá, y darle al libro una forma final. Es lo que he intentado hacer aquí, como editor de la obra.

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