Experiencias y saberes de docentes en escuelas con las infancias de familias de jornaleros agrícolas migrantes. Zacatecas, México.
A los jornaleros agrícolas migrantes en Argentina se les llama «trabajadores golondrinas» o
«trabajadores estacionales», en Colombia «andariegos», los que se hacen en el camino. Las
expresiones son bellas y al mismo tiempo romantizan la vida de los jornaleros agrícolas
migrantes y de sus hijos. No sólo van de aquí para allá, sino que lo hacen en condiciones de
explotación, que los deja fuera de lugares donde la vida se cobija, como las escuelas y los
hospitales e incluso el hogar como opuesto a la intemperie.
La UNESCO acaba de declarar este año la Ruta de la comunidad wixárika como Patrimonio
Mundial de la Humanidad, ruta colectiva de espiritualidad, sanación, rituales y crecimiento,
que recorre varios estados de México, entre otros el de Zacatecas. Reconocer esta ruta es
valorar los saberes de la comunidad wixárika, cuyos miembros junto con los de otros pueblos
indígenas se hacen presentes en los programas y los testimonios docentes contenidos en este
libro. Esta valoración internacional no tiene un correlato por parte del Estado Mexicano.
Cabe destacar que la forma en que viven y trabajan los jornaleros agrícolas migrantes de
Zacatecas, es también la vida de los migrantes internos que se mueven por otros estados de
México, en busca de cosechas. Identificar que la situación marginada de los jornaleros
agrícolas migrantes atraviesa el país es el punto de partida para pensar en el oficio docente
en estos contextos.