Conocerte es curarte
Si pensamos en un viaje escrito, la literatura nos habla de periplos míticos, simbólicos o reales. Conocerte es curarte es un viaje real. ¿Existió Ulises? No lo sabemos. Pero Conocerte es curarte está inspirado en Blanca Rosa Gutiérrez. Aquí, el terror homérico es la enfermedad de Lyme. Ella descendió a lo más profundo de su miseria, sobrevivió al canto de las sirenas, venció a los monstruos del desconocimiento, la incertidumbre y su propia voluntad. Superó el miedo a la soledad, la desmemoria y el agotamiento extremo, gracias a Dios y al encuentro con muchos “dioses humanos”. Dioses de humanidad y sabiduría, enviados para guiarla, acompañarla y sostenerla en la aventura, esta vez real y no fantástica. La enfermedad de Lyme fue como un hechizo sutil: la arrastró a casi olvidar su camino, sus sueños, su deseo de volver a ser. Pero Blanca Rosa rompió el maleficio, en un viaje interminable… pero concluido. Una hazaña narrada por su protagonista, donde el lector asiste a algo mítico, fantástico, simbólico y despiadadamente real, contado con la serenidad del que ha vencido.