El ultimo viaje
Dicen que algunos llegan a nuestra vida como un susurro, sin anunciarse, sin exigir nada. Yo llegué así: con pasos torpes, con el corazón abierto y el instinto de quedarme. No elegí la casa que me abrió sus puertas, pero tampoco fue casualidad. El destino me llevó a un lugar herido, a un rincón lleno de silencios que pesaban más que las palabras no dichas. Allí, entre ausencias que todavía dolían, encontré mi lugar.
No soy más que un perro, pero mi vida se entrelazó con la de ellos. No con gestos grandiosos ni promesas imposibles, sino con lo único que sé dar: compañía, paciencia y la certeza tranquila de que no están solos. Con cada mirada, con cada espera junto a la puerta, fui recordándoles que el amor nunca se extingue; que aunque cambie de forma, siempre encuentra la manera de volver.
Esta es mi historia. Un relato contado desde mis ojos, con el lenguaje simple de la lealtad y la ternura. Es también una carta de despedida, pero no de tristeza: en sus líneas vive la esperanza, la certeza de que todo vínculo verdadero trasciende el tiempo y la pérdida.
Esta historia es para quienes alguna vez han amado y perdido, para quienes aprendieron que la memoria también acaricia y que hay lazos invisibles que nunca se rompen.
Porque yo, Nilo, fui más que un perro en su vida; fui un puente entre lo que se fue y lo que aún queda, una prueba de que hasta en los hogares más heridos puede renacer la luz.