Bronce dorado
Una mañana, Maura mancha de sangre su falda, ante el pánico conoce a Rudra, una compañera de la secundaria, quien le ayuda a solucionar el incidente. Desde aquel momento la protagonista sólo piensa en Rudra, pero no puede entablar conversación con ella porque en la escuela se rumora que le gustan las niñas. A pesar de todo, un día quedan de verse en la plaza, pero Maura nunca llega. Durante tres años, la protagonista se ilusiona con la idea de establecer algo más que una amistad con Rudra, pero Maura no sabe cómo sortear las presiones de los adultos, la escuela y sus propias expectativas.