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ISBN 978-607-564-733-3

Historia mínima de Estados Unidos de América

Autor:Pani Bani, Erika Gabriela
Editorial:El Colegio de México
Materia:Historia general de América del Norte
Público objetivo:General
Publicado:2025-08-18
Número de edición:2
Tamaño:3.88Mb
Precio:$180
Soporte:Digital
Formato:Epub (.epub)
Idioma:Español

Reseña

La Historia mínima de Estados Unidos de América también tiene que desagregar al que queremos ver como un actor monolítico, coherente e inmutable. Está obligada a marcar sus numerosas y a veces contradictorias transformaciones y dar cuenta de la enorme diversidad —étnica, religiosa, lingüística, cultural— de una sociedad fincada sobre lo que fue tierra de conquista, de colonización y de inmigración. Para un país que estuvo en riesgo de escindirse al mediar el siglo XIX estas páginas también tienen que describir la construcción —y disgregación— de regiones cambiantes, permeables y traslapadas, moldeadas por procesos históricos —léase políticos, demográficos, económicos y culturales— distintos: deben, por lo tanto, dar cuenta de la construcción progresiva de un sistema colonial articulado en torno a espacios diferenciados (la bahía de Chesapeake, el espacio caribeño, Nueva Inglaterra, el sur, el Atlántico medio, el primer Oeste); del surgimiento de conceptos maestros para pensar el territorio como ocupado, vacío o de frontera; de la escisión Norte/Sur, que influyó sobre la política prácticamente desde que se fundó la nación; de la generación de una lógica de expansión territorial pautada y normada por el federalismo; de la consolidación y articulación de las regiones Costa, Golfo, Planicie y Montaña o Este, Sur, Medio Oeste, Oeste y Pacífico.
El relato tiene que ponderar cómo tanto las particularidades de Estados Unidos como el desarrollo de una historia más amplia dieron forma a su experiencia. Procurará, entonces, por un lado, recuperar la forma en la que se desarrollaron procesos históricos transnacionales y compartidos: el establecimiento del sistema imperial atlántico a partir del siglo XVI y su destrucción durante la “era de las revoluciones”; la consolidación, durante la segunda mitad de este siglo, del Estado-nación centralizado, por encima de las autonomías locales y regionales que desde las independencias habían dominado el escenario político en gran parte del continente; la industrialización que, si bien siguió las pautas de transformaciones tecnológicas y de un capitalismo que no encajonaban las fronteras, se desarrolló sobre un escenario privilegiado, dotado de una vigorosa economía comercial, un territorio rico en materias primas y un dinamismo demográfico sin parangón.
Por otro lado, esta crónica también tiene que dar cuenta de aquellos procesos que han llevado a propios y extraños a pensar que Estados Unidos es, a un tiempo, una nación excepcional y el esbozo del futuro de la humanidad, “universal e irresistible”, como lo describiría uno de sus más lúcidos observadores, el francés Alexis de Tocqueville. Por eso prestará particular atención al desarrollo del primer experimento democrático moderno: la construcción de un orden político republicano, representativo, constitucional y federal que, a lo largo de más de 225 años, ha logrado, las más de las veces, digerir y desactivar presiones, tensiones y conflictos gracias a un poderoso imaginario nacionalista, a través de mecanismos de inclusión y exclusión —en los que las construcciones de género, pero sobre todo de raza, desempeñaron un papel destacado—, del juego de equilibrios implícito en el bipartidismo y de los “frenos y contrapesos” que supusieron la división de poderes, el antagonismo entre autoridades federales, estatales y locales y el recurso al poder Judicial como árbitro de una amplísima gama de conflictos.
El texto se detendrá también en la intersección entre la historia política y la social para describir algunos rasgos distintivos, perdurables e influyentes de la sociedad estadounidense: la constitución de una esfera pública excepcionalmente vibrante, multifacética y participativa pero no particularmente heterodoxa o contestataria, pues, como subrayara el mismo Tocqueville, al conferir a la mayoría “la autoridad tanto física como moral” ésta terminaba coartando “la independencia de pensamiento y la verdadera libertad de discusión”. Uno de los pilares de esta esfera pública ha sido el vigoroso asociacionismo de los estadounidenses, quienes, a pesar de su ca-careado individualismo, “están siempre formando asociaciones […] religiosas, morales, serias, triviales, muy generales y muy limitadas, inmensamente grandes y diminutas”. Esta sociedad, dispersa, abigarrada y conflictiva pero organizada, es el actor central de la historia que se va a contar.

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