Duendes y nahuales
En estos tiempos de Facebook, Instagram, y otras disputas febriles, nos preguntamos si la época del relato, la conseja y más recursos de la literatura oral han pasado de moda. Noé Ortiz nos imparte una lección en relación a lo dicho en Duendes y Nahuales. Es interesante la inventiva de estas historias, y sobre todo el tono y el color que les da Noé, para sentirnos, en algún entorno del medio rural, escuchando esa voz que nos habla, desde hace ya varias centurias, sobre la maldad representada por seres dañinos y la bondad encarnada en duendes y nahuales.
Damos la bienvenida a Noé y su peculiar libro de historias al espacio de la escritura propositiva hecha por oaxaqueños.
En estos cuentos no hay moraleja, solo advertencias. Noé Ortiz no escribe leyendas: las arranca de la tierra caliente y del susurro de los ancianos que aún recuerdan. Su voz no inventa: recuerda. Y lo que recuerda no es seguro. Porque Duendes y nahuales no son cuentos para dormir: son llamados.
Este libro es una puerta, no preguntes qué hay del otro lado. En estas páginas, el miedo no es metáfora, es carne y tiene dientes.