Ejercicio de Perfeccion & Virtudes Cristianas
Tratado de la Modestia y Silencio & Tratado de la Conformidad con la Voluntad de Dios
Tratado de la modestia y silencio
EJERCICIO DE PERFECCION
Y
VIRTUDES CRISTIANAS
AUTOR
V. PADRE ALFONSO RODRIGUEZ
DE LA COMPAÑÍA DE JESUS
Capítulo I.
Cuán necesaria es la modestia para edificar y aprovechar a nuestros prójimos.
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La modestia de la que ahora vamos hablar consiste en que sea tal la composición del cuerpo y tal la guarda de nuestros sentidos, tal nuestro trato y conversación, y tales nuestros movimientos y manejos que causen edificación en todos los que nos vean y tratan.
En esto comprende San Agustín todo lo que hay que decir de la modestia: “Procura que todos tus movimientos y acciones vayan de tal manera ordenados que nadie se pueda ofender sino más bien edificar”
No es mi intención descender a tratar en particular las cosas en que se han de guardar la modestia ni notar lo que sería inmodestia.
Bastará ahora esta regla general del glorioso San Agustín que es común de los santos y maestros de la vida espiritual.
Resplandezca siempre en nuestro exterior humildad, seriedad y madurez Religiosa, y de esa manera guardarás la modestia que conviene.
Solamente pretendo declarar aquí cuán necesaria es esta modestia especialmente aquellos cuyo fin y propósito es; no solamente atender a la salvación y perfección de sus propias almas sino también a la de sus prójimos.
Cuánto es lo primero, una de las cosas con que mucho se edifica y se ganan a los prójimos, es con el exterior religioso y edificativo; porque los hombres no ven el interior, solamente lo exterior y eso es lo que les mueve y edifica y lo que les predica más que el ruido y estruendo de las palabras.
Y así se cuenta del bienaventurado San Francisco que dijo una vez a su compañero: ¡vamos a predicar! Y sale, y da una vuelta a la ciudad y vuelve a casa. El compañero le pregunta: ¿padre porque no predicamos?
A lo que le contesta el santo: ¡ya hemos predicado! Aquella composición y modestia con que iban por las calles fue muy buen sermón eso mueve a devoción a la gente y al menos precio del mundo, arrepentirse de sus pecados y a levantar el corazón al deseo de las cosas del cielo , ese es el sermón de obras que es más eficaz que el de palabras.
Lo segundo, está modestia y buena composición exterior sirve y ayuda mucho para nuestro propio aprovechamiento espiritual como explicaremos después más detenidamente: porque es tan grande la unión que hay entre el cuerpo y el espíritu, entre el hombre interior y el exterior, que lo que hay en el uno luego se le comunica al otro. Y así, si el espíritu está compuesto luego naturalmente se compone el mismo cuerpo y por el contrario si el cuerpo anda inquieto y descompuesto, luego el espíritu también se descompone e inquieta. Y de aquí es que la modestia y composición exterior es grande argumento y señal de recogimiento interior, de la virtud y aprovechamiento espiritual que hay allá adentro, como la mano del reloj del movimiento y el concierto de las ruedas.
Con esto se declara fuertemente lo primero; por qué esa es la causa de que los hombres se edifiquen en la modestia y en la composición exterior; que por esto entienden y conciben la virtud interior que hay en el alma, por lo cual la estiman y la tienen por invaluable. Dice San Jerónimo: el rostro es el espejo del alma y los ojos modestos o inmodestos descubren luego lo íntimo del corazón. Y es sentencia del Espíritu Santo: así como en el agua clara resplandece el rostro de los que se miran en ella; así el varón prudente conoce los corazones de los hombres por la muestra de lo exterior que ve en ellas. (Prov. 27, 9)
Tratado de la Conformidad con la voluntad de Dios
EJERCICIO DE PERFECCION
Y
VIRTUDES CRISTIANAS
AUTOR
V. PADRE ALFONSO RODRIGUEZ
DE LA COMPAÑÍA DE JESUS
CAPÍTULO I.
Presentación de dos fundamentos principales.
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No se haga, Señor, como yo quiero, sino como tú quieres. Para dos cosas, dicen los Santos, que bajó el Hijo de Dios del cielo, y se vistió de nuestra carne, haciéndose verdadero hombre: la primera, para redimirnos con su sangre preciosa, la segunda; para enseñarnos con su doctrina el camino al cielo e instruirnos con su ejemplo: porque así como no nos ayudara saber el camino, si estuviéramos presos en la cárcel, así, dice san Bernardo, no nos ayudara sacarnos de la cárcel, si no supiéramos el camino; y como Dios era invisible , para que lo viéramos y lo pudiéramos seguir e imitar era necesario que se hiciera visible y se vistiera de nuestra humanidad, como el pastor se viste de la zamarra, que es vestidura de la oveja, para que las ovejas lo sigan viendo a su semejanza.
Y san León papa dice: Dios, no nos trajera el remedio, y si no fuera, verdadero hombre, no nos diera ejemplo. Lo uno y lo otro hizo El cumpliendo con el exceso de amor que tenía hacia los hombres. Así como la redención fue muy abundante: Sal-29; así lo fue también la enseñanza, porque no fue solo con palabras, sino más abundantemente con obras, dice el evangelista san Lucas. Primero comenzó a obrar, esto toda la vida y después a predicar los tres años últimos, a lo menos los dos y medio.
Pues entre otras cosas que nos enseñó Cristo nuestro Señor, una de las más primordiales fue que tuviéramos completa conformidad con la voluntad de Dios en todas las cosas; y esto no solamente nos los enseñó con palabras, cuando enseñándonos a orar, dijo: Una de las cosas que habrán de pedir a nuestro Padre celestial es: Señor, hágase tu voluntad en la tierra, así como se hace en el cielo; pero también con su ejemplo confirmó perfectamente esta doctrina, porque a esto dice El que bajó del cielo a la tierra: Descendí del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de mi Padre, que me envió: y al tiempo de terminar la misión de nuestra redención el jueves de la cena, en aquella oración del huerto, aunque el cuerpo y el apetito sensitivo naturalmente rehusaba la muerte y así para mostrar que era verdadero hombre, dijo, Mateo. 26: Padre mío, si es posible, aparta de mí este cáliz; pero la voluntad siempre estuvo muy pronta y deseosa de beber el cáliz que su Padre le enviaba; y así añadió luego: Pero no se haga, Señor, lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.
Para que tengamos esto como principio, y nos formemos bien en esta conformidad, supondremos dos fundamentos breves, pero muy sustanciales, sobre los cuales como dos pilares se ha de sostener todo este ejercicio.
El primero es, que nuestro crecimiento y perfección consiste en esta conformidad con la voluntad de Dios; y cuando esta es mayor y más perfecta, tanto él será mayor. Este fundamento fácilmente se entiende; porque cierto es que la perfección esencialmente consiste en la caridad y amor de Dios; y seremos más perfectos, cuanto más amemos a Dios.
Lleno está de esta doctrina el sagrado Evangelio, llenas las cartas de san Pablo, llenos los libros de los Santos: I Cor 13. Lo más alto y más elevado es la caridad y amor de Dios; pues aún más alto, más elevado, y más puro de ese amor de Dios; es conformarse en todo con la voluntad de Dios, y tener un mismo querer y no querer con su Majestad en todas las cosas.
Dice san Jerónimo, y lo aporta otro filósofo: El tener un mismo querer y disgusto con el amado, esa es la verdadera y firme amistad. Luego cuando uno está más conforme y más unido con la voluntad de Dios, tanto mejor será y más perfecto; y muy cierto es, que no hay cosa superior y más perfecta que la voluntad de Dios.
Luego cuanto más nos unimos y conformamos con la voluntad de Dios, seremos mejores y más perfectos, como propone el otro filósofo: Si Dios es la cosa más perfecta que hay, por lo cual cuando una cosa más se asemeja y parece a Dios, tanto será más perfecta.
El segundo fundamento es, que ninguna cosa puede suceder ni ocurrir en el mundo, sino por voluntad y orden de Dios. Siempre se ha de hacer excepción la culpa y pecado, porque de eso no es Dios causa ni autor, ni lo puede ser: porque así como no puede el fuego enfriar o el agua calentar, y el sol oscurecer; así infinitamente más rechaza la bondad inmensa de Dios amar la maldad; y así dijo el profeta Habacuc en el capítulo 1, 13: Señor, nuestros ojos son limpios para no ver el mal, y no podemos ver la maldad.
Como decimos: No lo puede ver, cuando queremos dar a entender el aborrecimiento que uno tiene a otro; así dice que no puede Dios ver la maldad, por el odio y grande aborrecimiento que le tiene: salmo 44; Toda la sagrada Escritura está llena de cuánto aborrece Dios el pecado, y así no puede ser causa ni autor de él; pero fuera de eso todas las demás cosas, y todos los trabajos, males y penas vienen por voluntad y orden de Dios.
Este fundamento es también muy cierto. No hay fortuna en el mundo, como aparentaba el error de los gentiles. Los bienes que el mundo llama fortuna no les dan la riqueza ni alegría, pues no la hay, sino solo Dios la sabe dar.
Así lo dice el Espíritu Santo por el Sabio: Eccli. 11. Los bienes y los males, la vida y la muerte, la pobreza y las riquezas Dios las da.
Y aunque estas cosas vengan por medio de otras causas secundarias, muy cierto es que ninguna cosa sucede en esta gran república del mundo, sino por la voluntad y orden de aquel supremo Emperador que la gobierna, ninguna cosa viene al caso al respecto de Dios.
Todo viene registrado y calculado por su mano; contados tiene todos los huesos de nuestro cuerpo y todos los cabellos de nuestra cabeza, y ni uno solo será quitado sin orden y voluntad suya. ¿Qué digo yo acerca de los hombres? Un pájaro no cae en el lazo, dice Cristo Señor nuestro en el Evangelio, si no es por voluntad de Dios: Mateo 10; que ni aun una hoja de un árbol se mueve sin su voluntad: aun de la suerte dice el Sabio: Prov. 16. Aunque las suertes se sacan del cántaro, no pensemos que salen por coincidencia, pues sepamos que salen por orden de la divina Providencia, que lo dispone y quiere así.
No fue casualidad que cayera la suerte sobre Matías, sino particular acuerdo y providencia de Dios, que lo quiso escoger para apóstol suyo con esa finalidad.
Esta verdad aun con la sola iluminación natural la alcanzaron a ver los buenos filósofos, y dijeron que en relación a las causas secundarias muchas cosas son coincidencia, pero respecto a la primera causa no son coincidencia, sino pretendidas con intención: y ponen un ejemplo, como si un señor enviara un criado a alguna parte de negocios, y enviara por otra parte otro criado al mismo lugar a otro negocio, sin saber el uno del otro, pretendiendo que allá se juntaran: el encontrarse estos dos criados, ellos creen que es casualidades, pero referente del señor que lo pretendió , no es casualidad, sino pensado y pretendido con un propósito; así aquí, aunque referente a los hombres suceden algunas cosas por casualidad, porque ellos no pretendieron aquello, ni lo pensaron; pero referente a Dios no, fue casualidad, sino con acuerdo y voluntad suya, que lo ordenó así para los fines secretos y ocultos, que Él sabe.
Lo que habremos de deducir de estos dos fundamentos es la conclusión y argumento que propusimos, que todas las cosas que nos suceden vienen de la mano de Dios y toda nuestra perfección está en conformarnos con su voluntad, que las tomemos todas como venidas de su mano, y nos conformemos en ellas con su santísima y divina voluntad: no debes de tomar ninguna cosa como venida por casualidad o por proyecto y disposición de los hombres; porque eso es lo que suele dar mucha pena y angustia : no pensemos que nos vino esto o aquello porque el otro lo planeo, y que si no fuera por cual o tal cosa, de otra manera sucediera: no debes hacer caso de eso, sino tomar todas las cosas como venidas de la mano de Dios, por cualquier camino y por el modo en que vengan ; porque Él es el que las envía por esos medios.
Solía decir uno de aquellos famosos Padres del desierto, que no podría, el hombre tener verdadero descanso ni alegría en esta vida, si no hiciera de cuenta que en este mundo solamente está Dios y él. Y san Doroteo en la doctrina séptima dice, que aquellos Padres antiguos tenían grande ejercicio de tomar todas las cosas como venidas de la mano de Dios, por pequeñas que fueran y de cualquier manera que vinieran; y que con esto se conservaban en grande paz y quietud, y vivían una vida del cielo.