Reseña

He leído con mucho interés el libro Diálogos didácticos de introducción al estudio del derecho, escrito por Héctor Rodríguez Espinoza. Con gran arraigo en la experiencia docente, programa su desarrollo con una proyección metodológica que atiende de sobremanera los reiterados reclamos de juristas como Piero Calamandrei, que critican acremente lo que se ha llamado “cátedra magistral”, en la que el maestro asume un impenetrable monólogo y coloca a sus discípulos como meros espectadores que, en las tardes calurosas del verano, suelen ser conducidos a un “dulce sueño físico”.
El eminente penalista Luis Jiménez de Asúa dice que el docente debe descender de la tribuna y dialogar con su alumnado, evocando el método mayéutico de Sócrates, para que el o la estudiante se constituya como partícipe en el proceso enseñanza-aprendizaje. Este método dialéctico resulta necesario para quienes pisan el umbral de la escuela profesional, precisamente en esta asignatura propedéutica de todas las ramas del derecho.
Cómo me place el presentar un libro inspirado en la obra de quien fuera mi maestro, Eduardo García Máynez. Asimismo, me place el comentar este libro escrito por Héctor Rodríguez Espinoza, puesto que comulgo con gran parte de sus convicciones en cuanto a la misión del jurista. He compartido con el autor las aulas universitarias y experiencias en labores propias de nuestra profesión, en las que he advertido su seriedad y honestidad como jurista y su gran capacidad y vocación docente. Este libro lo traerán los estudiantes bajo el brazo como un amigo, como una guía inseparable en los derroteros de su vida académica. Decía Ralph Waldo Emerson que “la mejor forma de demostrar que hay amigos, es serlo”, y este libro es la mano amiga que se tiende a las y los alumnos en los albores de su formación profesional.