Las mansiones de Zatar
Liliana, que vive en depresión por el suicidio de su hijo, se ve ayudada por un programa experimental en el cual se le asigna un robot canino con inteligencia artificial para darle seguimiento psicológico. Esta unidad robótica posee rasgos en su programación que lo hacen mucho más humano de lo común, él puede tomar decisiones por su cuenta y empatizar con su paciente de manera que comienza una investigación sobre la muerte del hijo de Liliana. El perro, Dagaz, descubre que éste se volvió adicto a un videojuego de realidad virtual dentro del cual se escondía un proceso de reclutamiento. En Las mansiones de Zatar cada jugador debe realizar actos inhumanos con el fin de progresar, con la promesa de un premio monetario. Lo que Dagaz descubre es que detrás del juego se esconde una antigua mafia de narcotráfico que domina el territorio, antes mexicano, del incipiente país Texico.