La voz de las piedras
Guadalupe forja poemas con trasuntos de estrellas, con partituras de la luna, la música que el viento, la cigarra, el grillo y el oleaje hacen resonar en sus dedos. Ficciona la realidad en relatos entrañables en cuyos adentros podemos reconocer como propios al amigo, al vecino, al tío que hace tiempo no vemos, a los antepasados presentes, a los descendientes inescrutables, a los que aparecen en la nota roja, a los que encantan por su bravura y talento, al mundo que se ensancha, se engrandece y envilece. Da voz a las piedras y viaja por lugares de donde arranca las estructuras amorosas de su destino, para ponerlas en relieve ante los ojos asombrados del lector.