Educación, desarrollo sostenible y la universidad en pandemia
La educación institucionalizada se da en sociedades donde la socialización ordinaria es insuficiente para reproducir ciertas estructuras epistémicas propias de la funcionalidad de esas sociedades (Corsi et. Al., 1996). En esta perspectiva, la educación está dotada de un sentido social, que da continuidad a creencias, valores, normas y habilidades, coincidiendo con Amy Gutmann (1987), quien señala que la educación es reproducción social consciente. Revisemos las implicaciones de la noción de educación que defenderemos.
El sentido de la educación está condicionado por el contexto cultural específico, de ahí su naturaleza social. Resulta inconsistente un sistema educativo que defienda la libertad radical del estudiante para decidir sobre su aprendizaje, porque la pertenencia a cualquier grupo cultural supone el conocimiento de las creencias básicas del grupo. Una educación desvinculada del contexto supone un rompimiento con la continuidad social.
No obstante, los procesos educativos se vuelven operaciones individuales en la enseñanza y el aprendizaje de un campo particular de conocimiento. Un maestro particular intenta generar estructuras de conocimiento particulares en estudiantes particulares. El sentido social de la educación se vierte entonces en la intencionalidad individual de la relación entre maestro y estudiante (Hirst, 1971). Un maestro cuya intencionalidad comunicacional con sus estudiantes es la intimidación, el espectáculo o el mero entretenimiento, ha abandonado el sentido social de la educación. El maestro es el agente encargado de interpretar el sentido social de la educación y materializarlo en operaciones individuales que pretenden el aprendizaje de estructuras cognitivas específicas.