El poeta niño
Para el niño que llega al mundo, la vida se antoja una fiesta fantástica a la que ha sido convidado sin saberlo y donde le son deparadas sin interrupción las más exquisitas sorpresas. Sus sentidos se abrazan al mundo como una enredadera exuberante. Todo se le presenta inédito y sin nombre. El mundo, alado, no espera a que los ojos vayan donde él; acude por su propio impulso animado de una solicitud ligera y generosa. Las maravillas desfilan ante los ojos asombrados, danzan con la gracia de su originaria belleza. El niño quiere asir esas mariposas evanescentes que se le hurtan una y otra vez. Poco a poco, el niño que será poeta va comprendiendo que la red para darles caza está trenzada con sonidos, con palabras que las fijan a la pared como sañudos alfileres.