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ISBN 978-607-8831-85-2

Política, democracia y populismo

Autor:Fernández Santillán, José Florencio
Editorial:El Colegio de Jalisco
Materia:Democracias modernas
Público objetivo:General
Publicado:2025-03-10
Número de edición:1
Número de páginas:336
Tamaño:16x23cm.
Precio:$550
Encuadernación:Tapa blanda o rústica
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

Giovanni Sartori tituló al primer parágrafo del primer capítulo de su libro Teoría de la
democracia (1987: 21), “La época de la confusión democrática”. Allí afirmó que las ideas
erróneas sobre la democracia conducen a que la democracia funcione mal. Y agregó:
“Personalmente, considero que ésta es una razón suficiente para escribir este libro.” En
efecto, lo que hace en ese texto es desbrozar el terreno; desenmascarar las teorías que quieren,
conscientemente, torcer el sentido y contenido de la democracia.
El problema es que la democracia, como concepto, se presta a la multivocidad y a la
dispersión. Eso se debe, de acuerdo con Sartori, a que la democracia, en sentido amplio, es
el nombre de una civilización o el producto final de la civilización occidental. En
consecuencia, para entender el significado real de la democracia contemporánea debemos
remitirnos a sus raíces, es decir, a la democracia clásica, proveniente de la Grecia antigua,
como fue descrita por Platón, Aristóteles y Polibio.
Lo que tienen en común estos autores es que utilizaron como criterio de clasificación
de los regímenes políticos, al número de gobernantes.
En un fragmento de El Político Platón escribe: “¿No es para nosotros la monarquía
una de las formas de poder político? — Sí — y creo que después de la monarquía se podría
colocar el dominio de pocos--¿Cómo no? — ¿No es quizá la tercera forma de constitución el
poder de la multitud, y no fue llamado con el nombre de ‘democracia’? (Platón, 2008: 156).
La clasificación numérica también es empleada por Aristóteles: “Es necesario que el
poder soberano sea ejercido por uno solo, por pocos o por la mayoría.” (Aristóteles, 1977:
135). A decir verdad, Aristóteles no reproduce mecánicamente el esquema platónico. El
estagirita introduce la distinción entre el buen gobierno y el mal gobierno. Al respecto,
debemos decir que hay dos criterios para llevar a cabo esta diferenciación: 1) si se gobierna
para el bien de todos o tan solo para el bien de una parte; 2) si se respeta la ley (eunomía) o
si no se respeta la ley (disnomía). Vale la pena subrayar que Aristóteles ubica a la democracia
como una forma mala de gobierno porque sólo opera “para ventaja de los pobres”1 La forma
buena que ubica Aristóteles en oposición a la democracia es la Politéia—mal traducida como
“república”—la cual no sólo incluye al pueblo, sino también a la aristocracia y a la
monarquía.

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