Este encierro que no termina
Este encierro que no termina fue escrito con la espada de la victoria y el escudo de los fracasos que nos dejó la pandemia. Porque para mí escribir en el enclaustramiento representó escapar de mis fantasmas para luego enfrentarlos con este mismo desde las múltiples realidades en las que yo vivía con mi familia, desde mi trabajo y a partir de mi profesión como profesor y escritor.
Pienso que lo debe leer alguien a quien no sólo le gusta la poesía, sino también los ambientes lingüísticos de la palabra que sirven para erradicar el radicalismo individual, el ensimismamiento, el apartheid que procura el narcisismo o la idolatría hacia algo o alguien.
Más que cambiar a un lector, es invitarlo a reflexionar que la palabra puede liberar no sólo en un encierro físico o material, sino mental, psíquico, emocional. En este poemario encontrará como atar lo abstracto con lo tangible, como unir lo sentimental con lo intelectual, como vincular los gustos estéticos con la vida cotidiana que es otro tipo de encierro.