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Una mañana de septiembre de 1910 Felipe recibió de su abuelo un regalo asombroso: un viaje en globo por la ciudad de México y sus alrededores. Llevado por el viento y el tiempo el globo siguió una trayectoria caprichosa y así Felipe conocería desde las alturas las montañas, las cuencas de los ríos y lagos. Se acercó a la ciudad vieja y conoció las colonias nuevas y los barrios pobres. Confuso y maravillado, Felipe vio a su ciudad con otros ojos.