Hambre
Podemos encontrarnos de frente, cualquier día y en cualquier lugar, con el personaje de esta novela deambulando entre nosotros. Podemos asomarnos, en menos de un segundo, dentro del vacío y el ardor de su mirada. ¿Hay algo más inhumano que el hambre? El anónimo protagonista lleva errando casi siglo y medio por ahí, y tal vez ese sea el legado más real de la obra de Knut Hamsun: habernos delineado a través del simbolismo de ese personaje, o de esa persona, que todos hemos sido alguna vez.
'Hambre' es una metáfora adelantada sobre el fracaso del proyecto moderno. Es una historia sobre la individualidad, la ciudad, la soledad; sobre la creación y la desaparición gradual de la esperanza; sobre el horror, los pensamientos y los desencuentros que nos sobrevienen todos los días. La lectura de esta novela-espejo ha marcado un antes y un después en todos sus lectores: sin ella quizá Kafka no habría escrito 'La metamorfosis' ni Virginia Woolf 'Al faro'; Joyce no habría podido imaginar 'Ulises' ni Juan Rulfo al narrador de 'Pedro Páramo'. Gran parte de la ficción que sostiene las tinieblas del siglo XX tiene su origen en las errancias y las meditaciones contenidas en estas páginas.
En esta nueva traducción al español, que agrega claridad y misterio a la vez, que le da profundidad y humanidad a la voz del personaje, que lo trae al siglo XXI para dejar claro que nunca ha salido de él, las palabras del autor —nobel de literatura— rebasan lo contemporáneo y hacen que todo lo demás desaparezca.
¿Qué queda en un mundo desprovisto de mitos y divinidades? 'Hambre' de Hamsun es el «Dios ha muerto» de Nietzsche, que se renueva como un relámpago de conciencia con cada relectura. Y en siglos por venir.