La casa del decorador
Impregnado de una crítica profunda hacia un pasado marcado por una revolución de sueños cautivos, Marco A. Castillo emplea la decoración como metáfora para explorar las complejas capas de los procesos identitarios y políticos que ha vivido Cuba en las últimas décadas. En La casa del decorador, Castillo revaloriza el diseño de interiores de los años 60 y 70, rindiendo tributo al programa de diseño cubano de esas décadas. A través de esta reinterpretación, pone de manifiesto que la decoración no es un acto inocente, sino un medio con la posibilidad política de alterar y resignificar la vida diaria.