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Reseña

Desde 1812, las elecciones celebradas en Nueva España y México partieron de un principio de sufragio amplio ―con pocos momentos de restricción legal del mismo―, condición que obligaba a la organización y movilización del voto. Efectivamente, un electorado extendido no puede establecer una relación directa, personal, con quienes serán sus representantes. Por ello se requería de un movimiento de opinión que diera a conocer a los candidatos y orientara el voto; también era necesaria la movilización de redes sociales y políticas y, conforme se iban quebrando cacicazgos y otras formas de control popular tradicional, se hizo indispensable la acción de asociaciones, círculos políticos y partidos que hicieran posible que los ciudadanos convocados llegaran a las urnas y emitieran su voto el día de la elección.
¿Quiénes y cómo organizaban las campañas electorales y movilizaban a los votantes en el largo siglo XIX mexicano? ¿Cómo fue que los comicios de corte liberal, diseñados para elegir mediante sufragio popular a los gobernantes en el México independiente, hicieron suya la rica tradición electoral novohispana? ¿En qué consistían los rituales propios de las campañas electorales y cómo se fueron transformando a lo largo del siglo? ¿Qué lugar ocupaban los candidatos en las campañas electorales? ¿Cómo se movilizaba a los votantes? ¿Qué significado tenían dichas prácticas? Estas son algunas preguntas a las que se busca dar respuestas a lo largo de los doce capítulos que integran este volumen.

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