Mi nombre es Emilia del valle
San Francisco, 1866: una monja irlandesa, embarazada y abandonada por un aristócrata chileno tras una apasionada relación, da a luz a una niña a la que llama Emilia del Valle. Criada por su cariñoso padrastro, Emilia se convertirá en una joven brillante de gran personalidad, autónoma e independiente, que desafiará las normas sociales de su tiempo para profesar su verdadera pasión y vocación: la escritura. Con tan solo diecisiete años, publicará novelas de aventuras bajo un pseudónimo masculino. Pero, enseguida, su mundo ficticio se le quedará pequeño y decidirá optar al puesto de periodista que se le ofrece en el periódico local para vivir de cerca la realidad.