De hijo y hermano, a esposa y madre
Amando tu enfermedad
Parecía todo normal aquel día de un mes del año 1989. Mi madre me llevó al colegio como lo había hecho desde el primer día cuando inicié en el Kínder, mi ansiedad por verla en la puerta de la escuela antes de que sonara la campana casi me hizo olvidar, en el pupitre de madera con asiento para dos, algunos de mis útiles escolares.
Al salir, me llevó apresurada como nunca lo había hecho, por primera vez no me acompañó a almorzar, pero estuvo conmigo todo el tiempo de pie observándome en la cocina.
Cualquier plan que pudiera tener a mis casi 7 años de edad, se tuvo que cambiar ese día para priorizar en su cuidado después de que esta enfermedad aún no muy clara, la dejará postrada en una cama, sin movimiento en su cuerpo y sin poder hablar.
35 años han pasado desde aquel suceso que hoy el autor relata como una historia de vida, en la que el verdadero amor por una madre es capaz de convertir una enfermedad en la mejor bendición que Dios le haya regalado.