La transformación del espacio en la obra mural de Gabriel Flores
Moreno, así como fuera del estado y se consolidó como uno de los representantes más influyentes del muralismo en Jalisco durante la segunda mitad del siglo XX. En todo este tiempo, Flores logró establecer un lenguaje plástico y estilo propios que caracterizarían su obra ofreciendo una identidad propia a un repertorio iniciado dentro de los preceptos de la Escuela de Pintura Mexicana emanada del Muralismo Mexicano.
En Jalisco, el avance estilístico de estos campos fue en algunos aspectos similar. El muralismo, junto con la pintura jalisciense sufrió durante la primera mitad del siglo XX la falta de una escuela que produjera las directrices de una tradición plástica identitaria, y en su lugar las expresiones pictóricas y escultóricas se originaron a partir de las influencias del quehacer artístico de personajes, así como de técnicas heredadas de artistas locales consolidados. Sin embargo, a pesar de contar con una escuela oficial a partir de 1953, la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, el escenario plástico jalisciense se caracterizó durante la segunda mitad del siglo pasado por la proliferación de grupos artísticos e intelectuales tanto afines como antagónicos entre sí