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Reseña

El éxito de la psicología capitalista se enfatiza en el ideal que torpemente persigue el aburguesado del agente psi. Su éxito se rectifica y valora a partir de todxs aquellxs que están sedadxs, encerradxs, condenadxs, esquizofrenizadxs, marginadxs o psicologizadxs en las arquitecturas de la salud mental. De igual forma, el apogeo por la industria de la psicología enfatiza que el psiquismo, el cuerpo, la vulnerabilidad y las sensibilidades son un objeto más en el mercado del psicocapitalismo.
Si bien, las revoluciones han demostrado su ineficacia social, también nos han demostrado que para procurar nuestro territorio no basta con la democracia sofista o la carne de los cuerpos como muralla y armamento para la protección del Estado, sino que el resguardo del territorio común también implica una estrategia en suma ejercitada para evitar la destrucción de nuestros deseos. Deseos que nunca persisten en la avaricia de la individualidad, porque no hay deseo sin un enlace de otredades o cuerpos deseantes. Nuestra lucha también es por el deseo. Nuestras batallas son para fertilizar y nutrir nuestros campos deseantes. Son nuestras revoluciones anímicas contra la disolución del sujeto.
Entre tantxs y entre lxs que no, entre ellxs y lo que somos, en la coyuntura, en el hacer, en el acto, en la disidencia, en la discapacidad, en el malestar, en las enfermedades, en las protestas, en la academia, por fuera del aula o desde nuestros laberintos, algunxs intentamos contribuir hacia lo que nos convoca sin negar lo que también nos provoca rabia y dolor.
Frente a la hostilidad de la violencia psi, hemos de recordar que la terapéutica psicologizante reside en la lógica heterofalopatriarcal, la cual se resana de una heteronormatividad, y no bastando estas dinámicas, se suma la medicalización de la vida junto a los regímenes de dominación que producen efectos nocivos contra las potencias de obrar, producen una pantanosa melancolización, es decir, de una pérdida o pulverización del deseo. No se trata de una depresión causada por el capitalismo, o de una neurodivergencia que se acopla a los fines neuroliberales, se trata del desgarro directo y masivo contra las potencialidades del sujeto y de su relación en la esfera del mundo social.
La propuesta actual implica las destituciones del poder sobre nuestras pasiones, donde la casuística se fractura y lo contingente es nuestro mapa. Ahí radicamos y desde ahí trabajamos.
La violencia psi también la localizamos en las arterias de la hegemonía, en tanto que la colonialidad que ha imperado, enfermado y psicopatologizado se suscribe al fascismo que intenta destruir toda la semántica que recubre el discurso de los seres vivientes.
La crisis hemos de provocarla inevitablemente desde un prisma que no deje de interrogar y poner en sospecha toda práctica psicológica que está suscrita a una raza, a un color de piel, a un acento, a un idioma, a una bandera o a una Escuela.
Para debatirnos contra la psicología nos interesa recuperar lo subversivo del psicoanálisis ante la ola de vaguedades y tibiezas que se nos muestran en la continua aparición de psicólogos-psicoanalistas, antipsiquiatras que promulgan con estandartes paternalistas-higienistas o en el auge por psico-lacanizar todo fenómeno político de nuestro planeta.
Entre diversas extracciones que podemos hacer y procurando alentar una radicalidad de nuestra praxis más allá de las fístulas que provoca un diván, hemos de implicarnos en las esferas sociales que nacen desde abajo, desde la periferia, en la precariedad, la anulación de la diferencia y la despolitización del malestar.
El desmantelamiento de la psicología es una operación continua donde no hay tiempo para el reposo. La acción está en hackear los sistemas psicológicos, en la descomposición de los manuales diagnósticos, en agudizar la crisis de la psicología desde los elementos críticos que nos ofrecen las luchas feministas y todos aquellos argumentos que nos lleven a otra realidad material, práctica y menos hostil.
Nuestro mayor impulso para continuar se manifiesta en la defensa del deseo, en el cuidado del secreto y el respeto de lo íntimo, apreciando la imposibilidad de curar la vida, en reconocer la viralidad del lenguaje, en la meditación poética de las palabras y en la capacidad de romper las capas del idealismo del antropoceno bienpensante que ha producido la psicología: el homo psychologicus.
Crisis en la psicología es la reactualización de fuerzas que se gestaron previamente en La psicología contra sí misma. La composición del proyecto no radica exclusivamente en una escritura colectiva continua, sino que se encamina a construir una plataforma dispuesta continuamente a la mutación, la cual ofrece un alojo político para el ejercicio y disputa contra la hegemonía psi.
Nuestra escritura es propia, autónoma, alegre y circula en las potencias particulares de cada autorx, por lo que nuestro manifiesto no se cierra a un objeto textual y tiene la ambición de abrirse para todxs lxs camaradas que desde sus lugares intentan abolir a la psicología capitalista.

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