¿Dónde están los lectores?
El ecosistema del libro en el Estado de México
La presente obra parte de un esfuerzo amplio por comprender cómo se articula y despliega el
ecosistema del libro y la lectura en el Estado de México.
Comprender cómo se constituye este ecosistema no sólo es un desafío para la academia, sino que, bajo las
actuales evaluaciones sobre el declive de la lectura como práctica, se vuelve imperioso para los diferentes sujetos
que intervienen en la educación. El presente libro pretende asentarse en estas dos variables; por un lado, aportar a
un campo de estudios específico y, por otra parte, apoyar los procesos sociales, las dinámicas culturales o las
políticas públicas que puedan fortalecer la promoción de la lectura. Bajo esta doble perspectiva, los siete autores que
contribuyeron con sus exploraciones en distintas facetas del ecosistema procuran retratar los desafíos investigativos
que atravesaron y al mismo tiempo proponer hojas de ruta sobre la materia en cuestión.
Los índices de lectura en México, así como otras mediciones, relacionadas con la concentración del mercado
editorial, con la cantidad de librerías o con la distribución de periódicos, por lo general entregan cifras alarmantes. En
el país, el promedio de libros leídos apenas supera los tres anuales, pero sabemos que los promedios pueden ser
engañosos, ya que si observamos la mediana (o sea, el número que más se repite) casi 70 por ciento de la población
simplemente no lee. Recuperar historias, mapear los bienes culturales, realizar entrevistas en profundidad, análisis
de redes sociales y el trabajo etnográfico son algunas de las variables utilizadas para la elaboración de cada capítulo.
También se incluyeron actividades de participación, colaboración y coproducción con los actores sociales
involucrados. Estas son precisamente las estrategias que hemos puesto en marcha para conocer cómo se articula el
ecosistema del libro en el Estado de México. Sin embargo, a diferencia de muchos de los estudios o reportajes que
parten de este tipo de guarismos con cierto dejo de sensacionalismo, decidimos dar vuelta los números y
preguntarnos por los libros que sí se lanzan, por aquellos que sí leen. Por supuesto, tampoco olvidamos que “no
leer”, como ha señalado el escritor Alejandro Zambra, también puede ser una opción válida. De ese modo, nos
arrojamos a explorar experiencias exitosas de promoción, escritores que logran poner sus textos en circulación,
organizaciones culturales que celebran sus propias ferias del libro, profesores que llevan años generando en sus
estudiantes prácticas de lectura cotidiana. Con ello, esperamos conocer el ecosistema realmente existente, aquel que
desde una mirada cercana aparece con mucho más movimiento que lo que las cifras globales suelen reconocer.