Reseña

El propósito de la vida es una cuestión profundamente personal. Para algunos, puede estar relacionado con la búsqueda del amor, la familia, la realización personal, la acumulación de riqueza, la satisfacción del conocimiento, la contribución a la sociedad, la espiritualidad, la conexión con la naturaleza o el servicio a los demás. Lo importante es explorar qué es lo que realmente le brinda a uno felicidad, satisfacción y una razón de ser, de existir (“raison d'être”).
El tiempo marca etapas bien definidas en la vida, que uno debe tomar en cuenta a fin de planear objetivos y metas que contribuyan a una existencia más plena. En la vida, se presentan hechos fundamentales, ineludibles e irreversibles, que pudieren ser denominadas como “verdades fundamentales” (Facts of life). En términos generales, podemos decir que existen dos tipos de verdades fundamentales: por un lado, las verdades fundamentales generales de la vida sobre las cuales la voluntad individual no tiene ningún efecto, están fuera de la voluntad de la persona; y por el otro las verdades fundamentales personales en donde sí interviene la voluntad del ser humano.
Es importante tener un plan o estrategia de vida que no significa que todo esté absolutamente definido, ni en lo que se va a hacer, ni cómo se va a hacer, ni dónde ni con quién. O sea, no se han encontrado las variables intervinientes del sentido de la evolución de la vida; no se tienen las experiencias suficientes que generen las conclusiones del camino preciso a seguir. Lo que sí es cierto es que un plan de vida supone la existencia de un sentido del desarrollo y un rumbo, lo que permite dedicarse con mayor atención, a crearlo y dentro de él, modificar continuamente el proyecto. Estas verdades fundamentales nos ayudan a saber qué decisiones tomar a fin de tener una vida sustentada en tus deseos y sueños que contribuya a una vida más plena. Si no sabes adónde vas, acabarás en otro sitio o en cualquier lado. El sentido de la vida es el que tú le das.