Género, medio ambiente y el nuevo paradigma de los cuidados
Una nueva forma de habitar el mundo y la Naturaleza
Vivimos tiempos de cambios y nuevas definiciones; tiempos en que las sociedades globales, incluida la mexicana, buscan nuevas coordenadas económicas, políticas, sociales y culturales para reorientar el orden y el sentido de la vida en un mundo que se transforma y que transita hacia una época histórica distinta. El siglo XXI es, sin duda, un siglo que enfrenta retos y desafíos que requieren respuestas diferentes a las que se había pensado en el pasado. Las violencias extremas, las desigualdades persistentes, las nuevas enfermedades, la pobreza y la marginación de muchos sectores vulnerables y desprotegidos, los desplazamientos forzosos de millones de personas, así como las guerras que azotan a muchas poblaciones en diferentes regiones del mundo generan una atmósfera de confusión incertidumbre y soledad, así como muchos problemas de salud emocional y mental que se traducen en epidemias de depresión y ansiedad.
Lo anterior acontece en un planeta dañado, sobre explotado y enfermo que requiere de atención urgente. Los efectos del cambio climático son cada día más evidentes y se manifiestan en todas las regiones del mundo, si bien causan dolor, sufrimiento, precariedad y muerte sobre todo en las regiones más pobres y entre los sectores más desprotegidos y vulnerables de nuestras sociedades globales, entre los que se encuentran las mujeres, que una vez más, tienen que hacerse cargo -casi de manera exclusiva- de asegurar la supervivencia de sus hijas, hijos, maridos, familias, progenitores y al final, también, de ellas mismas en medio de sequías, hambrunas, huracanes, inundaciones, plagas y epidemias.
Allí, los cuidados vuelven a aparecer en el centro de las alternativas para sanar al planeta y hacer sustentable la vida en sociedad; frente al cambio climático y la emergencia medioambiental que vivimos, el cuidado es el principio indispensable para reparar y reconstruir nuestras relaciones humanas con la Naturaleza desde lugares de reciprocidad, corresponsabilidad y una nueva consciencia del valor de la vida de todas las especies con las que compartimos y habitamos la Tierra. Allí, la cultura de los cuidados de los comunes surge como esperanza para lograr un mundo más incluyente, más sano, más justo y más sustentable en el que todas las personas y seres de nuestro planeta podamos vivir de manera pacífica, entrelazados por el cuidado de la Naturaleza y de una sola salud.