Ferrocarril y ciudad
La transformación urbana de Mérida a partir de la introducción de la infraestructura ferroviaria (1874-1920)
Todas las sociedades tienen la capacidad de producir su propio espacio, dentro del marco político-jurídico que ellas mismas han creado. Es decir, que las relaciones sociales (ideológicas y culturales), económicas y políticas (el modo de gobierno, la forma de propiedad de la tierra, etcétera) en un tiempo histórico específico determinan la manera en que una sociedad crea su espacio adaptando su entorno. Entonces, el espacio es algo tangible, producto de la acción humana en un momento histórico concreto que representa una estructura social, se ordena por medio de las relaciones económicas, políticas e ideológicas que le dan significado. Autores como Henri Lefebvre y Manuel Castells coinciden en que el espacio puede alcanzar varias formas, es resultado de un proceso social, por lo tanto, humano, que se produce de acuerdo con las características y relaciones de una sociedad determinada en un tiempo específico que no es estático. Por lo tanto, la ciudad es un espacio producido por el hombre, que no puede ser estudiado dejando de lado las implicaciones sociales, políticas y culturales que lo crearon. Para comprender el problema de lo urbano es necesario estudiar los procesos de urbanización, este concepto debe vincularse a la producción social de formas espaciales y dentro de ese contexto se señala que “se refiere al proceso a través del cual una proporción significativamente importante de la población de una sociedad se concentra en un cierto espacio, en el cual se constituyen aglomeraciones funcional y socialmente interdependientes desde el punto de vista interno”, en el que se debe tomar en cuenta las redes urbanas que condicionaron la organización del espacio. Entendemos urbanización como las modificaciones en el entorno urbano como respuesta a las necesidades económicas, políticas, sociales, culturales, etcétera.