Sonidos de México
versión resumida
La música, afirma Mario Lavista, «es una sustancia formada de sonidos y de tiempo que encierra una verdad que no puede ser dicha: solamente puede ser escuchada». Misteriosa forma del tiempo, llega a las capas más profundas del ser humano, le habla directamente a su espíritu, a su alma, a lo más íntimo que posee. «No hay defensa posible contra la música», sentencia el compositor mexicano. Para que exista requiere de un intérprete, pero también de alguien que la escuche y le otorgue un sentido. Es por eso que la música no es solamente un arte abstracto capaz de transformar pensamientos y sentimientos en sonidos, sino también un lenguaje social, un conjunto de símbolos sonoros asociados con una forma de estar en el mundo, de entenderlo. Si para unos es la expresión de su sentido de pertenencia a una etnia, a una comunidad, a una época, para otros es lo que llena sus espacios de diversión, de ocio, de libertad o de celebración; lo que acompaña su jornada de trabajo, sus reuniones familiares, sus experiencias de vida y muerte. Sonidos de México es un recorrido por la música mexicana, desde la época prehispánica hasta la actualidad. Es un homenaje a la música, a los músicos y a sus escuchas, que a diario nos regocijamos con esa diversidad de sonidos que emergen de algún altavoz o que, incluso, llegan de imprevisto a nuestra mente. Es un conjunto de textos, fotografías, pinturas, partituras y canciones que dan cuenta de la historia de un país, marcada por un constante vaivén entre lo propio y lo ajeno, entre lo popular y lo culto, cuyos elementos tarde o temprano, de una forma o de otra, terminan por fusionarse. Porque en la música cabe todo, cabemos todos. Desde los concheros que, envueltos en el humo del copal, danzan al ritmo del huéhuetl a pleno rayo de sol, hasta quienes mueven sus cuerpos en pareja al compás de una salsa, una cumbia o un danzón. Desde los soneros que con sus jaranas y sus coplas encienden el zapateado, hasta los mariachis que con sus violines y trompetas hacen gritar o silbar de emoción. Desde quienes se mueven al ritmo del acordeón, el bajo sexto y la tarola, hasta los que, en la comodidad de su butaca, escuchan extasiados a una orquesta sinfónica. Desde aquellos que lloran y se enamoran con algún bolero, hasta quienes gritan y se funden con la masa en un festival de rock. Bajo sus distintos géneros y manifestaciones, la música mexicana continúa anclada a sus raíces, a sus fantasías, a sus preocupaciones. Traída al mundo por el dios del viento desde la Casa del Sol, sigue alegrando la vida de los humanos, consolando sus aflicciones y propiciando el diálogo con sus corazones. Dar cuenta de ese misterio, de su desenvolvimiento a lo largo de los siglos en nuestro país, es el objetivo de Sonidos de México.