La ¿neutralidad? de la ciencia global y la política científica en México
Para conocer mejor su funcionamiento y determinar cuál es el camino apropiado de la ciencia es necesario conocer sus procesos de gestión y organización en un contexto determinado. En México, el mundo académico gira en torno a la producción de trabajos y colaboración entre pares e instituciones y muy pocas veces se detiene a cuestionar los procesos y las estructuras que sostienen el trabajo científico. Aunado a ello, el discurso público toma posturas divergentes sobre el cómo debe ser la política de ciencia. Normalmente, las instituciones gubernamentales que toman las decisiones sobre la ciencia –legisladores, actores políticos, directivos, empresas y medios de comunicación– toman una postura rígida en torno a su visión de la ciencia no necesariamente fomentan el diálogo con quienes llevan a cabo la investigación.
Así, la presente obra tiene por objetivo analizar la fundamentación y crítica hacia la neutralidad de la ciencia en el siglo XX. Como primer punto, los estudios respectivos coinciden en que la ciencia y sus avances provienen mayormente del impulso estatal, militar o del interés corporativo en los avances científico-tecnológicos. El interés no es fortuito y tiene un trasfondo: siempre y cuando la ciencia proporcione utilidad o ventaja en las relaciones de poder se apoyan proyectos, trabajos, becas y creación de productos científicos. En otros casos, la ciencia puede avanzar a ritmo normal pero no más allá de las necesidades de los sectores que la impulsan.