El mejor de los universos posibles
Miguel nació una madrugada fría de noviembre. Su corazón
y su alma eran en esencia buenos, pero esto no tiene
nada de especial. En realidad todos los seres humanos son
creaturas que llegan a la Tierra con grandes esperanzas y
después se olvidan de ellas. Miguel también las había olvidado,
aunque no por completo. Su inclinación a la nostalgia
lo llevaba a observar constantemente el cielo y era ahí
cuando la chispa de una memoria olvidada lo invadía. Un
recuerdo muy lejano que iba más allá de la vida, del espacio,
del aquí y el ahora. Miguel aún no estaba preparado
para interpretarlo. Todo a su tiempo.
Pues bien, Miguel, al igual que los demás, cumplía con
el ritual del universo que mantiene todas las cosas en el lugar
que debe y las moviliza cuando es el momento justo. Y el universo
estaba a punto de decirle, hola, ya es hora de despertar.