Las cartas que no se remitieron del Puerto de Pompeyo.
Las cartas que no se remitieron del Puerto de Pompeyo es un libro que está dictado por el sentimiento de pertenencia, por el imperio de la historia y por una profunda nostalgia de una ciudad que ya no es la misma, pero que, en su esencia, conserva su mitología que marca, para siempre, a sus nativos y más antiguos habitantes. Nos habla, casi en secreto, de la fundación de Chetumal, por el vicealmirante Othón Pompeyo Blanco Núñez de Cáceres, en enero de 1898, comandante del “Pontón Chetumal”, anclado en la bahía verde, junto a la desembocadura del Río Hondo; evoca la destrucción de esa ciudad de casitas de madera, por el ciclón Janet, el 28 de septiembre de 1955, y la reconstrucción de ese microuniverso del que los más viejos testigos hablan e impregnan la memoria de sus descendientes.
En este libro, hondo en sus raíces y en su nostalgia, Rodolfo Novelo Ovando (Chetumal, 1976), uno de los mejores poetas de su generación, formado en el taller de Javier España (1960), uno de los fundadores de la poesía quintanarroense contemporánea, continúa su obra lírica que, en casi cinco lustros, nos ha dado libros como Alegoría de un instante, Callar desde el silencio y El discurso de la sed, entre otros. De todos ellos, creo yo, el más íntimo, el más lleno de memoria (la infancia es la patria del poeta) es, precisamente, Las cartas que no se remitieron del Puerto de Pompeyo.
Para los nativos chetumaleños, en este poemario hay muchas claves (los lugares y objetos emblemáticos) que, sin embargo, se potencian desde su concreción a su categoría de metáforas e imágenes que van más allá de la historia, el testimonio y la añoranza. Los libros de poesía siempre tienen algo de autobiográfico, sin ser autobiografías. Constituyen la esencia de esa comunión milagrosa en que se transmutan la memoria y la palabra. Desde el hito de Chetumal Bay Anthology (1983), de Luis Miguel Aguilar (1956), chetumaleño insigne, creo no se había publicado un poemario tan personal sobre la tierra y el mar que nos definen y nos nombran.