Semiosis e inteligencia artificial
El sentido de lo humano
La raza humana ha buscado a lo largo de su existencia un oráculo que le pudiera dar respuesta a todas las preguntas que tuviera; predecir el futuro; guiarnos en la oscuridad. El ejemplo más reciente es la popularización de un “oráculo” cibernético que promete revolucionar (o aniquilar, depende de a quién se le pregunte) todas las actividades humanas: bienvenidos a la era de la INTELIGENCIA ARTIFICIAL.
Desde hace un par de años el tema de la inteligencia artificial (IA) ha estado en boca de todo mundo, y no necesariamente por razones estrictamente relacionadas con la tecnología.
La realidad es que, como todas las tecnologías, tiene aspectos positivos y negativos, y sus impactos van a depender de la manera en que se haga uso de ella. En particular, la IA nos da la posibilidad de buscar soluciones extremadamente rápidas a problemas muy complejos y que regularmente tomarían muchos recursos (especialmente, recursos humanos) para poder tener alguna respuesta.
Uno de los focos desde el que puede ser abordado este tema es la literatura, y en particular la ciencia ficción, en cuanto género que reflexiona sobre las posibilidades de ciertos desarrollos tecnológicos en los contextos más diversos, en el presente, en el futuro o en universos distópicos.
En el debate que se ha suscitado respecto a la inteligencia artificial, se abordan, principalmente, temas que giran en torno a la posibilidad de que, en algún momento (si no es que ya), una máquina supere al humano en actividades cognitivas —inteligencia artificial fuerte—, por un lado; por el otro, se propone que los modelos de redes neuronales artificiales pueden explicar el funcionamiento del cerebro humano —inteligencia artificial débil—. La pugna y la distancia insalvable entre esas posiciones no les han permitido llegar a un acuerdo.
El siglo XX representó un hito en la historia de la humanidad: en esta centuria tuvo lugar una revolución tecnológica sin precedentes. Lo constituye la llamada inteligencia artificial (IA). Sus múltiples aplicaciones han contribuido a descargar de trabajo al ser humano. Por si fuera poco, en este momento es empleada para tratar de replicar el funcionamiento de nuestro cerebro y contribuir a encontrar respuestas a los múltiples cuestionamientos que subsisten en torno a él.
En la industria, la IA está revolucionando los procesos de producción creando nuevas técnicas que utilizan una menor cantidad de recursos materiales, generando menos desperdicios. La agricultura se está beneficiando con la automatización de muchas tareas que regularmente implicaban enormes cantidades de mano de obra (muchas veces trabajando en condiciones deplorables), como recolección de alimentos, toma de decisiones para sembrar, estrategias de fertilización, entre otros casos.
En general, cualquier área del conocimiento humano puede ser beneficiada enormemente con el uso de IA, siempre y cuando se haga de manera responsable y regulada.