Jirones
Qué acertado título el de esta compilación de brevedades que creció como un organismo, como una siembra cotidiana en un chat en redes, y que Alfredo Ortega alimentó con el rigor del mensaje que se lee en corto tiempo y con la espontaneidad de las ocurrencias. Sin embargo, en la intención de la mirada que escribe sucedía la construcción literaria. Como acertadamente lo indica el título que engloba estos textos, Jirones reúne abordajes dispares de esmerada filigrana verbal, filosos y certeros en el blanco de la experiencia lectora. Este es un libro para leerse pausado, en una tarde de lluvia o en una mañana soleada, hay que beberlo como un buen café o tequila o copa de vino, dejar que cada texto provoque el oleaje de los sentidos, las emociones y la reflexión. Tan melancólico como alegre, tan gozoso como sólido, tan invitador a la sonrisa o al asombro, este ejercicio de raíz lúdica es una forma de plantarse frente a la vida entre la imaginación que desata la ficción y la poesía que ilumina la vida. Estos jirones no nos rompen, son piezas de un rompecabezas y como lectores nos toca el armado.