Amaneció un muerto
Antropología de la vida cotidiana en Badiraguato
Amaneció un muerto es el testimonio de un laborioso proceso de exploración de la vida cotidiana de Badiragutato, un pequeño municipio en el estado de Sinaloa marcado por la violencia criminal y el cultivo de plantas ilegalizadas. Su autora, Adèle Blazquez, logra en este ejemplar, mediante el trabajo etnográfico, presentar a los lectores una visión muy completa de la vida cotidiana de personas en que procuran sobrevivir al capitalismo depredador.
Blazquez cuenta que “ama¬neció un muerto” es la expresión que usan los pobladores de Badira¬guato cuando se enteran de que han matado a allgún vecino durante la noche. A lo que ella apunta: “Quien dice ‘amaneció un muerto’ no es ni la víctima ni el perpetrador. Quien lo dice vive el día siguiente, sobrevive y comparte las malas noticias: cuando despuntaba el día esta mañana, otra persona había sido privada de la vida durante la noche”.
Badiraguato tiene la fama de ser “cuna de narcotraficantes”. En aquel lugar nació Joaquín Guzmán Loera. Badiraguato no es un lu¬gar de gente mala ni de gente buena, pero sí es un lugar marcado por el cultivo, la producción y el comercio ilegal de amapola y marihuana, y las violencias producto de dicho mercado. Sobre esto el antropólogo Claudio Lomnitz nos dice en el prólogo de este libro:
“…la representación de Badiraguato rápidamente se vuelca al ámbito de la moral. ¿Qué significa vivir en un espacio donde un componente indispensable de la economía —la producción de goma de heroína— es ilegal? ¿Cuáles son sus implicaciones para la comunicación humana en la región? ¿Cómo se vive con las violencias que proliferan ahí? ¿Cómo afecta la ilegalidad a las relaciones de propiedad? ¿A la política local? ¿A las relaciones de género?”.