Dios no escucha el chillido de los cerdos
El narrador no da respiro. Desde que empuja la puerta de madera que conduce hacia el sótano y deja escapar a los demonios. Entre ellos está La Bestia, un criminal capaz de realizar actos que sonrojan hasta a los peores delincuentes de Sinaloa, donde se desarrolla la historia. La justicia mexicana se esmera en olvidar los crímenes, pero aparece Gunter, un policía caído en desgracia por una situación que lo alejó de su hijo. Un antihéroe que sabe moverse en los altos y bajos mundos. Conocedor de los guiños, de las palabras y de las exploraciones necesarias para dar con el culpable, evitar nuevas muertes y, de paso, mostrarnos un mundo dominado por la corrupción y el culto al poder que da el dinero.
Alfonso Orejel tiene un don especial para introducir a sus lectores en ambientes y situaciones que cubren varias capas de la realidad. Incluso en los diálogos que parecen más inocentes alcanza profundidad: relaciones humanas rotas, falsas amistades, frustración laboral, egoísmo, mezquindad… un catálogo de lo que nos destruye. Cada capítulo de Dios no escucha el chillido de los cerdos es una aventura llena de peligros. No tengo dudas, es una de las mejores novelas negras escritas en México ya que, además de emocionar, explora en donde podría estar el origen de la maldad.