La muerte de las magnolias
Conocida también como "flor del corazón", la magnolia, de inmaculada y perfectísima blancura, es tabernáculo sagrado y gineceo de íntimos desmayos. En La muerte de las magnolias, Estefanía Licea se confronta cara a cara con su pasado, con sus muertos presentes, redivivos, y los vivos de otro tiempo que no acaban de morir; con el gozo y los tormentos del cuerpo, que la sitian por dentro y por fuera en un abrazo compartido. En estos poemas de Licea, nacidos del asombro y el desamparo, caben, a un mismo tiempo, Dios en su infinita plenitud, el amor que se marchita pronto y sin remedio, las preguntas al cielo, sin respuestas; los orgasmos donados sin propósito a la madrugada.
Con un acento desesperado, verdadero, los poemas de La muerte de las magnolias se despliegan rozándonos de algún modo, tocando de algún modo nuestras vidas -las vidas de sus lectores-, porque en el silencio interior donde se resuelve el poema, transitan también, inevitablemente, las realidades compartidas y profundas del ser.