Neuroanestesia práctica
La neuroanestesia, al igual que las demás subespecialidades, ha evolucionado a través de los años. Desde la primera demostración de la acción del éter en 1846, y posteriormente la del cloroformo en 1847, la anestesia se dio a conocer en todo el mundo. Sin embargo, en relación a la anestesia para los procedimientos neuroquirúrgicos, hubo un avance y una aceptación más lentos, probablemente porque ya se sabía que el cerebro no posee terminaciones nerviosas para el dolor y que, por lo tanto, acceder a la inconsciencia no resultaba tan necesario.