La Casona de San Ángel
Aventurarse en el mundo de las palabras con esta lectura, puede crear un dibujo delineando diversas circunstancias o mirar el reflejo en de una realidad lejana. Sin embargo, te invito a viajar sin expectativas en tiempo y espacio en un ambiente en el que quizás destelles.
Abrir un libro es como asomarte por una ventana para mirar a través del cristal. O mejor aún despejarla toda, sacar la cabeza hasta medio cuerpo y… encontrarte con personajes intrépidos o mujeres escondidas tras una sonrisa. Por ello al escribir voy lista para causar conjeturas o provocaciones, eso pretendo. Quizá al abrirlo lo cierres de inmediato para evitar saber de otros porque eres cauto. O aventurarte al mundo infinito de las acciones que engendradas en el inconsciente surtirán efectos asombrosos. Así, el diseño de la Casona de San Ángel nos murmura melancolía con aires de monasterio, de muros gruesos que guardan secretos como el llanto del recién nacido, la muerte de los más viejos o del que acaba de nacer, o de la mujer que enloquecida gritaba por su libertad. En otra copla, los amantes, que en su pasión exhalaron suspiros de amor impresos en los recovecos de erótica complacencia. O al clarear de luna desfilaron habitantes fantasmales de ropajes vistos en otros ayeres. Ellos son los acompañantes de siempre, emulando quizás las otras resonancias escondidas del Monasterio de los Carmelitas Descalzos, ahora Ex Convento del Carmen.