El cenzontle amordazado
Los valores tradicionales en el teatro aguascalentense
La reducción del poder de la tragedia como género influyente se intensificó con el arribo de las pantallas desde, al menos, 1896: el cine abrevó de todas las fuentes posibles (incluidas la tragedia y la novela) para apropiarse de una buena parte del creciente público de masas. Aun así, el teatro sigue siendo un espacio muy valioso, y la tragedia y la comedia, el drama en general, llegan hasta nuestros días en creaciones originales, puestas en escena de textos clásicos, adaptaciones, análisis, etcétera.
En El cenzontle amordazado, Adrián Padilla nos muestra las vicisitudes del teatro en un punto neurálgico de la República: la muy central Aguascalientes, pues emprende la tarea de incidir en diversas obras de teatro con raíces aguascalentenses. Se trata de piezas que cuestionan ciertas costumbres, consideradas conservadoras. En cada época conviven géneros y generaciones, ideas e ideologías, hábitos y habilidades. El tiempo corre, sí, pero corre a velocidades distintas, como si una pierna lo acelerara y otra lo frenara un poco. La expansión demográfica, comercial y política de Aguascalientes ha traído como consecuencia que se agranden las diferencias entre distintas maneras de ver el mundo y la vida, sin que se llegue a un punto de crisis.
El teatro de autor –como el que aquí estudia el joven Adrián Padilla– es un muy buen termómetro de una sociedad, pues no tiene las evidentes limitaciones del cine y del teatro comerciales; en cambio, posee la posibilidad de asistir “en tiempo real” a las reacciones del público. De ese modo, la puesta en escena de cualquiera de las obras aquí estudiadas nos llevaría a tomarle el pulso a una sociedad cuyos integrantes se mueven a ritmos distintos y cuyos sedimentos históricos son todavía muy poderosos, ya que pertenecen a aquel tiempo largo referido por Ferdinand Braudel. Un personaje encarna tensiones de una época y de un lugar. Los conflictos en el teatro entre dos o más personajes nos permiten ver la carne viva de las pugnas al interior de una sociedad. Por lo demás, mientras más rica es una dramaturgia, más permite que los personajes saquen por sí mismos sus puntos críticos, sus enojos, sus propuestas, sus posturas.