MéxicoMéxico
Detalle
ISBN 978-607-30-9313-2

Lo que el SARS-CoV2 se llevó... Salud, seguridad y desarrollo

Autores:
Rosas González, María Cristina
Duarte Villarello, Mario
Haro Barón, Talia Rebeca
Ruiz Loyola, Benjamín
Aragón Camarena, Alfonso
Vigueras Quin, Ricardo
Busso, Anabella
Colaborador:Rosas González, María Cristina (Coordinador editorial)
Editorial:Universidad Nacional Autónoma de México
Materia:Ciencia política (Política y gobierno)
Público objetivo:Profesional / académico
Publicado:2024-08-05
Número de edición:1
Número de páginas:176
Tamaño:17x23cm.
Precio:$670
Encuadernación:Tapa blanda o rústica
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

El efecto disruptivo en las relaciones internacionales del SARS-CoV2, agente causal de la enfermedad del COVID-19, y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó como pandemia el 11 de marzo de 2020 -la segunda en el presente siglo, tras la influenza A H1N1 de 2009-, es evidente. Presente en 192 países, la enfermedad con sus distintos linajes ha infectado, según cifras oficiales a 676 609 955 personas y provocado 6 881 955 defunciones (cifras al 10 de marzo de 2023). Estos números no incluyen lo que la OMS reconoce como “cifra negra” y que, a mayo de 2022 podría haber ubicado el número de fallecidos en 15 millones de personas.

La pandemia envió al confinamiento a buena parte de los seres humanos e interrumpió la convivencia social. Cerraron centros de trabajo, gimnasios, cines, teatros, restaurantes, museos. Los impactos en la salud mental de las comunidades son visibles en todas partes: el “quédate en casa” puso a prueba la convivencia familiar, al potenciar violencia, abusos, crisis de todo tipo. El turismo y las líneas aéreas, tanto respecto al transporte de pasajeros como de carga vieron interrumpidas sus actividades. La salud pública, en muchos países, decantó a favor de la atención de personas afectadas por el SARS-CoV2 en detrimento de los tratamientos, consultas y cirugías de cara a otros padecimientos. Millones de niños y jóvenes abandonaron las escuelas, sea por la reducción del ingreso familiar, o porque no pudieron acceder a las plataformas virtuales para continuar con sus estudios, generando lo que ya diversos organismos internacionales advierten que será una “generación perdida” en materia educativa. El desempleo amenazó con desmoronar a decenas de economías dilapidando además los objetivos de desarrollo sostenible (ODS). Con motivo del SARS-CoV2 se cancelaron eventos deportivos, cumbres internacionales: la 75ª Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) transcurrió a la distancia, de manera virtual, como también gran parte de los encuentros entre líderes y funcionarios internacionales. Los Juegos Olímpicos de verano de Tokio 2020 fueron postergados a 2021. Cierto, como en toda crisis, hay ganadores: las telecomunicaciones, las plataformas virtuales, el entretenimiento vía streaming, los videojuegos, los servicios de entregas a domicilio son sólo ejemplos de sectores que ampliaron su base de consumidores en todo el mundo, ante la necesidad de la comunicación, de abastecimientos de alimentos, productos, y, ciertamente, del esparcimiento.

La emergencia sanitaria demostró la fragilidad de los sistemas de salud en todo el mundo. Las imágenes de hospitales saturados, carentes de personal en cantidades suficientes, de equipo de protección y de insumos para enfrentar una nueva, contagiosa y extraña enfermedad, fueron la nota en los primeros meses de 2020. La falta de solidaridad internacional y la ausencia de liderazgo para enfrentar la crisis también son elementos que coadyuvaron a respuestas atropelladas, poco eficientes y donde el nacionalismo apareció para achacar a los demás la responsabilidad de lo que ocurría -i. e. como cuando el entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump culpó a la República Popular China (RP China) de ocultar información y a la OMS de ser cómplice de mentiras en torno a la enfermedad. Que el Estados Unidos de Trump haya renunciado a encabezar los esfuerzos de la comunidad internacional contra el contagioso virus fue muy costoso para el mundo y, ciertamente, para la sociedad estadunidense, que terminó siendo la más golpeada a escala planetaria con 1 123 886 defunciones y 103 804 263 contagios (casi un tercio de su población) (datos al 10 de marzo de 2023). Ya se verá si esta inacción de la administración precedente acelerará el declive de Estados Unidos en el mundo y si ello desencadenará un relevo en la gobernanza global donde la República Popular China (RP China), Rusia e/o India u otros países ocupen los vacíos de poder dejados por Washington. Por lo pronto, el aprovisionamiento de vacunas revistió tintes geopolíticos: con biológicos rusos, chinos abriéndose camino se pretendió que las naciones occidentales pondrían fin a las sanciones que aplican contra Beijing -por lo sucedido en Tianamen en 1989, la guerra comercial con EEUU, etcétera- y Moscú -tras la anexión de Crimea en 2014 y su “operación militar especial” en Ucrania que comenzó el 24 de febrero de 2022.

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