El tiempo no tiene puerto
El poemario de Lizardo trata de reinventar un pasado lógico, una leyenda que haga cuestionamientos sobre un espacio, que ponga en el centro, el origen de la escritura. Lo cierto es que lo inmortal está aquí, a un centímetro de la mano. En lo abrumadoramente cotidiano, nos revuelve la tripa, el dolor de lo cercano, tan helénico, ancestral, absurdo y sonoro, tan operístico.