Estamos a salvo
Los personajes que pueblan estos cuentos viven esperando algo fatal que a veces nunca llega y otras lo hace sin estruendos, como si lo que hubiera que temer aguardara al interior del cuerpo: lloran por pares de zapatos; encierran cocodrilos en jaulas; no saben bien qué hacer con sus deseos; cuidan de sus hijos como frágiles criaturas que pueden desaparecer por el calor de un día a otro; admiran el crecimiento silencioso de las plantas y hablan constantemente con imágenes. Camila Fabbri traza con palabras la vulnerabilidad y la inconstancia que a veces rigen nuestras vidas, y desde la primera página Estamos a salvo se convierte en un recordatorio de un privilegio elemental y doloroso: el de existir en la carencia.