Solo
Solo es la historia de Virgil Jones, un joven prodigioso que insistió en su derecho a ser especial. Que también se diera la circunstancia de que fuera uno de los mejores pianistas de jazz que se habían oído nunca en el South Side de Chicago o en cualquier otro lugar terminó siendo un problema, porque a Jones no le interesaban ni el dinero ni grabar discos ni complacer a las multitudes que acudían a escucharlo. Era tan feliz tocando en el foso de la orquesta de cines nocturnos infestados de pulgas como bajo los focos de un club o una sala de conciertos. Cuando Jones se sentaba al piano y desmontaba una canción como Yesterdays para montarla de nuevo en una de esas improvisaciones increíbles que otros músicos intentaban alcanzar en vano, no lo hacía por la audiencia, sus competidores o la posteridad: tocaba para él.
La independencia de Jones llevó a Ross Jaeger (un buen pianista, aunque paralizado por su morbosa envidia de la popularidad de Jones) al borde de la autodestrucción, y obligó a Helen Kostakos a dividir sus lealtades, porque estaba enamorada de Jaeger y respetaba a Jones al mismo tiempo, bien a su pesar. Además, la intransigencia de Jones suponía una amenaza de tal calibre para el poderoso agente Bauer y su marioneta, el locutor Henneberry, que se conchabaron para acabar con él, y el ejemplo de aquel hombre que no se dejaba destruir dio un motivo para vivir a otro personaje solitario, Seymour Schwab.
En Solo, Stanford Whitmore creó un nuevo clásico del jazz, que rivaliza con Young Man with a Horn y, a través del personaje de Virgil Jones, planteó una cuestión fundamental: el conflicto entre el éxito y la obstinada integridad de un individuo.