Variolización versus vacunación
Una historia sobre el inicio de la vacunación en la ciudad de Puebla de los Ángeles, en el primer tercio del siglo XIX
Cuando la corbeta de María Pita partió de la Coruña, España, en 1803, nadie imaginó las peripecias de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna al continente americano. El objetivo era claro, levar la vacuna contra la viruela a todos los territorios españoles en América. La meta, también estaba bien establecida, vacunar al mayor número de habitantes para protegerles de tan terrible enfermedad, sobre todo, por los estragos ocurridos con la epidemia de viruelas de 1797.
Francisco Xavier de Balmis, será recordado por haber dirigido y llevado al éxito dicha expedición. No obstante, los contratiempos y desavenencias encontradas en muchas ciudades americanas, pudo superarlas y establecer las Juntas de Vacunación, instituciones que siguieron funcionando aún después de la partida de Balmis.
Nuestra ciudad de Puebla de los Ángeles en la Nueva España brilló como ninguna otra en todo el virreinato, como el único lugar donde existía el pus vacunal durante más de veinte años, y esta hazaña se debió en parte al celo previsor del médico poblano Mariano Joaquín de Ansúrez y Zevallos, quien dedico una parte importante de su vida a esta labor.
Pero, esta historia estaría incompleta, sino mencionamos la importancia de los niños vacunados, quienes fueron el blanco de las vacunaciones, pero también, fue en ellos, en sus cuerpos al vacunarles, de donde procedía el pus vacunal para vacunar a otros. Miles de niños fueron vacunados y gracias a ellos, se consiguió la meta.