Diario de Ana Frank
Miles de voces en todo el mundo denunciando el terrible genocidio cometido por los nazis hacia el pueblo judío. Pero existen muy pocos testimonios, como el que tan fuerte y perdurable nos dejara en su diario Ana Frank, el cual inicio en junio de 1942 y tuvo que interrumpir el 4 de agosto de 1944, día de su detención.
La pequeña Ana Frank era una niña judía de trece años, hija de comerciantes alemanes que se refugiaron en Holanda, en 1933, tras las primeras persecuciones nazis. En julio de 1942, los señores Frank y sus hijas Ana y Margot tuvieron que elegir entre someterse al llamado de la Gestapo o esconderse sin importar las consecuencias. Prefirieron esta última poción y fueron a refugiarse en unas habitaciones abandonadas y aisladas, situadas en el patio de atrás de un edificio de oficinas. Junto con otras cuatro personas, vivieron dos años de inquietud, sufrimiento y angustia e intranquilidad, pero también intensamente cada instante como si fuera el último.
El Diario de Ana Frank evoca la imagen que Ana se forjó de una amiga largamente esperada, por lo que llamó a su diario Kitty. Cuando terminó la guerra, su padre, quien fue el único sobreviviente de la familia Frank, lo dio a conocer como un testimonio de esos años de terror y sufrimiento.