Huanusco, la vida de un pueblo machío
Huanusco es un pueblo real, con habitantes reales, pero parecería que
es el producto del genio e imaginación de García Márquez o Rulfo. El
pueblo es como una de las viñetas desoladoras del Llano en Llamas y en
donde algunos de sus pobladores, emparentados entre sí, comparten una
complejísima genealogía que nada le pide a la de los Buendía de Macondo.
Pero también Huanusco es un pueblo de paradojas y sinsentidos, en
donde sus hijos son paridos, para luego ser expulsados a otras tierras.
Es un pueblo que tan solo se anima en las fiestas y en los días de guardar,
para luego volver al letargo y a la tristeza del abandono. Es un
pueblo trágico, donde sus habitantes han venido luchando desde hace
décadas contra las inclemencias del tiempo, en donde es más fácil regar
los sembradíos con sudor y sangre, que con la lluvia de los cielos, que
a veces se niega a caer. Pero hoy la metáfora se convierte en un hecho;
cuando los campos zacatecanos se han convertido en sepulturas innominadas y donde la sangre de los hijos del Cañón de Juchipila, ahora sí,
literalmente riega calles y campos.