Reseña

La creencia nos hace menos, no más. En cualquier caso, hay de creencias a creencias. Las
asociadas al monoteísmo se han exhibido no sólo incapaces de proponer soluciones, sino
que han suscitado miríadas de problemas. El politeísmo tiene este enorme acierto: no
excluye ni se siente amenazado por las divinidades de los demás. Tras un examen medido y
prudente, Bettini concluye así su libro:
Los dioses venerados no son sólo ‘muchos’, sino que son interpretables, traducibles,
prestables, intercambiables, combinables de maneras variadas, según un principio
general de flexibilidad y ductilidad propio de las religiones antiguas que, si no las
observamos ya desde la óptica del dios único, resulta tan relevante, o incluso más,
por el hecho de que sus divinidades eran ‘muchas’. La pluralidad de los dioses no
constituye la esencia de las religiones politeístas, como querría hacernos creer el
nombre que las designa, sino sólo la condición necesaria para que puedan ejercer la
virtud que mejor las caracteriza: la capacidad de pensar de manera plural lo que nos
rodea, y al mismo tiempo, de proporcionarnos otros tantos modos de actuar para
interpretarlo e intervenir sobre él.
En este elogio del ateísmo queremos simple y llanamente invitar al lector a pensar de otro
modo. Nada fácil.