Carlos Salinas de Gortari y la fórmula de corrupción de la tecnocracia mexicana
Con Carlos Salinas de Gortari hay un antes y un después, con el ascenso de la tecnocracia al poder, y desde ese momento la llamada clase política ha realizado actos de corrupción en su necesidad de robar el presupuesto público no para resolver su vida, sino la de hasta diez generaciones familiares futuras. Con Carlos Salinas se crea una sofisticación en la llamada forma de hacer “negocios” con los recursos del Estado; el gran problema es que ello no quedó en la primera magistratura, pues con la apología del dar rienda suelta a las ambiciones, a como dé lugar, cualquier político, en los niveles más bajos de gobierno, ha querido hacer lo mismo.
Si a eso se suma que Salinas entrega gran parte del control territorial al narco y la delincuencia organizada, bajo un supuesto pacto entre gobierno, “rigiendo”, el mismo, a los delincuentes, con el entendido de que es mejor traer “controlado” a ese cáncer incurable; es que se creó el cóctel perfecto que, a la postre, desencadenó en los narcogobiernos y en el cambio de la tutela de ese primer pacto. La ambición de los políticos los ha llevado a vaciar las arcas y a generarse “favores” mediante el dejar hacer, dejar pasar, a los grupos delincuenciales. Es menester recalcar aquí que esto ha sido claramente una praxis aplastante a partir del salinismo.