Ostraka
El autor se refugia en un monje ficticio del año 1250 para compartir su poesía: "F. Timeus Tesalonicos" es quien da voz a los poemas. El libro tiene la particularidad creativa de simular un estudio filológico sobre un pergamino encontrado en Roma, lo cual es invención del autor; de tal manera, el lector se verá inmerso en "la" poesía del monje y a la par leerá las acotaciones en notas a pie de página que hace Ángeles Garnica, aunado a la genialidad de anotaciones al margen que, supuestamente, fueron traducidas del griego y de latín pues "su" autora es "Ann de Ianacala". Al final, el Dr. David agrega una nota donde señala estas particularidades y hace saber a quien lee que todo lo ahí escrito fue obra de su pluma, es decir, que tanto Timeus como Ann son parte de su poética y NO existieron, pero la idea de crearlos justo atiende a presentar el poemario de una manera poco convencional.